DES-CONS-TRUCCIÓN
En un pueblo cercano a
Babilonia, cuando supieron que los habitantes de Shinar habían iniciado la
construcción de la Torre de Babel, decidieron que no podían ser menos
que sus vecinos. Entonces, empezaron a realizar un proyecto ambicioso que debía
superar ampliamente a la obra faraónica de los descendientes de Noé.
En el centro
mismo de la ciudad, en la plaza que servía de unión a los pueblerinos,
comenzaron los trabajos de excavado.
La intención
era clara: llegar al centro de la tierra y convertirlo en el refugio imponente
de las obras consagradas a Dios.
La obra, más
que disparatada, era imposible, porque las herramientas con que contaban eran
ínfimas e ineficaces para tamaña tarea. Uno a uno, los habitantes fueron sucumbiendo
en su delirio de grandeza. Sin embargo, no cejaron en su empeño y en su
constancia. Las generaciones futuras, continuaron lo iniciado por sus
antepasados.
Y así
como la Torre de Babel continúa siendo erigida sin pausa por la
humanidad, la tierra sigue siendo horadada por otros pueblos, que, a
imitación de sus vecinos, no comprenden la ironía de la des-cons-trucción.
Un cuento de Diana Rosés
Dibujo de Ileana Andrea Gómez Gavinoser basado en el cuento de Diana Rosés
(Copyright, 2013)
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